El poder de las palabras.

Dicen que una imagen vale más que mil palabras.
Sin embargo, pienso que una sola palabra vale más que mil imágenes, porque las palabras te invitan a imaginar...
...y es más bonito jugar con la imaginación que ver directamente una imagen.


domingo, 7 de febrero de 2010

Soledad.

Amanece, siento mi alma que levanta mi cuerpo, pero no soporta su peso. La débil y fría brisa entra por una ventana cuyas cortinas esconden un cielo gris y manchado por tímidas líneas doradas de un sol que tampoco quiere despertarse. Vuelvo a caer en las cómodas sábanas que alimentan mis sueños y que me obligan a refugiarme en ellos, como un intento de negar la realidad que soportaré cuando definitivamente tenga que poner los pies en el suelo, y caminar para apagar el despertador.


Mientras los minutos se transforman en segundos y mis oídos se han acostumbrado al tic tac del reloj, mi mente sigue transportándome a sueños, a ilusiones, a recuerdos… sin embargo, soy incapaz de negar mi verdad, un tal subconsciente sigue con su tortura susurrando, como cortes publicitarios, a mis sueños: “despierta, solo es un sueño, debes levantarte y seguir…”.


El sonido de la alarma del reloj, que todos odiamos pero que a la vez necesitamos, interrumpe de golpe estos sueños, y la voluntad sale en ayuda de mi alma para levantarme, entregarme al frío propio de una mañana invernal y dirigirme al calentador más próximo, como un intento desesperado de no congelarme pero tampoco de volver a caer en los enredos de una cama que parece que te llama, que te obliga a volver a ella. A pesar de ello, la mente gana al instinto y orienta a mi cuerpo hacia el armario, me visto, salgo del cuarto y comienzo un nuevo día.


No hay mayor sufrimiento que el del alma, no hay más frío que el que te provoca la soledad, sobre todo cuando contemplas a personas con sus parejas felices, de la mano o agarradas, paseando por debajo de árboles que llueven hojas secas. No se trata de envidia, se trata de que se que no tienes la misma suerte que otros, te envuelve el sentimiento pésimo que llevamos innato y sale cuando te sientes débil y vulnerable a determinados estímulos y emociones: no deseamos que ellos tengan menos, sino que nosotros tengamos lo mismo que ellos. Si eso es envidia, lo reconozco, soy un envidioso.


No es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita, y maldigo mis ambiciones, puesto que necesito algo que no tengo, eso se transforma en pesimismo, y con pesimismo soy incapaz de levantarme por las mañanas frustrado tras saber que solo he soñado, pero no lo he conseguido. Pero es una necesidad propia del ser humano: necesitamos del cariño de una persona que aun siendo lejana a ti, sigue significando algo importante, aunque no sepamos comprenderlo o explicarlo, tan sólo sentirlo. Me refiero al amor.


Si tuviese pareja, si viviera con ese amor que no te puede dar unos padres o un amigo, tal vez el inicio de este relato sería “Amanece, y el sonido del despertador me recuerda que estoy por fin en la realidad”. Pero como no es así, como sigo escribiendo en la oscuridad, desvelado en plena noche por esta pesadilla, no podría definir mejor lo que significa para mí la soledad en este sentido. Me siento solo y busco evitar este sentimiento, aunque sigo sin lograrlo.


Pero, por suerte, alguien ha dejado en toda persona una semilla. Ésta crecerá, y se transformará en lo que queramos. Puede verse influenciada por intereses, por necesidades…pero crecerá, y cuando lo haga, cambiará el rumbo de tu vida. Esta semilla se llama esperanza. Sé que algún día encontraré lo que necesito: no sé cuándo, ni dónde, ni por qué, pero no puedo buscar, tan sólo seguir levantándome por las mañanas y esperar.

2 comentarios:

  1. De este escrito no tengo palabras, describe muy bien lo "físico" del sentimiento de soledad, de vacío.

    Me ha encantado, ya lo sabes^^

    Un besito (K)

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  2. No he podido evitar no leer de nuevo esto que escribí hace tiempo... pero realmente sigo sintiendome identificado con esto...

    solo me queda esperar...

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