El poder de las palabras.

Dicen que una imagen vale más que mil palabras.
Sin embargo, pienso que una sola palabra vale más que mil imágenes, porque las palabras te invitan a imaginar...
...y es más bonito jugar con la imaginación que ver directamente una imagen.


sábado, 19 de febrero de 2011

Incertidumbre. Una carta al Amor.

Incertidumbre. Tenía que empezar diciendo esa palabra. Nos pasamos la vida preguntándonos qué va a pasar, qué vamos a hacer si…, qué puede pasar si hago esto, si hago tal…
Confundido y nervioso en los instantes antes de coger el sueño, en pensamientos esporádicos o cuando miraba a esa casa mientras pedaleaba. El no saber provoca miedo a que ocurra todo al revés de lo previsto. Pero, ¿por qué tenemos que prever las cosas?
Me he llevado todo el tiempo planificando mi vida, buscando la felicidad, perdido en deseos y en contradicciones, sumergido en una segunda realidad: aquello que quiero que pase cuando yo lo deseo.
Pero poco a poco estoy comenzando a comprender algo tan simple que por esa particularidad nunca veía: la vida, como su propio nombre implica, no hay que pensarla, hay que vivirla. Lo más bonito de la vida pues, es el no saber que va a pasar. Un dicho popular dice que “quien la sigue la consigue”. Es falso, pues pienso que “quien la sigue, tan sólo la persigue”.
A veces soy negativo con mis posibilidades en una perspectiva amorosa. Unas experiencias, ya sean educativas o provocadas por mi propia relación con mi grupo de iguales y con el resto de la sociedad, convirtieron a este niño tímido en un chico que ansiaba encontrar una chica a la que amar, y que ésta le correspondiera. Y en consecuencia, unas cuantas malas experiencias amorosas, convirtieron a este chico dolido en un hombre con la autoestima por los suelos.
Por suerte, todos tenemos un profesor llamado don Error, del que aprendemos. Descubrí que esa chica a la que busco nunca va a aparecer por el simple hecho de que la busco. Comprendí que esa chica sólo aparecerá cuando me detenga, cuando no ansíe encontrarla, cuando sepa esperar y dejar que las cosas vayan surgiendo. Porque en la vida podemos planear, planificar, organizar un horario de estudios, un viaje, un cuaderno, una lista de la compra… pero jamás podemos hacerlo con el amor.

Incertidumbre. Ahora el no saber no me provoca infelicidad, porque sé que las cosas buenas van a pasarme, aunque no las vea venir, aunque no lo sepa. Por eso, ahora mismo no pienso en el mañana, sino aprendo a encontrar la felicidad en mi día a día… y hasta veo el amor más claramente por indicadores que antes no observaba, pues los pasaba por alto. Son cosas simples: un entrecruce de miradas, una sonrisa, el rozamiento de mi mano con su mano, encontrármela bajo la lluvia, leer su nombre en un correo electrónico o en la guía de mi móvil, los nervios que me dominan instantes antes de verla y el calor de un abrazo de despedida…




No podemos planificar el amor, no podemos intentar que en un 14 de febrero nos enamoremos, no se necesita que un día de nuestros calendarios nos recuerde que tenemos a alguien o que no. Por eso, escribo esta carta al amor, para que sepa que hay gente que sabe apreciarlo, lejos de querer poseerlo en un día específico. Querido amor, yo te he comprendido.

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