Spike. Relatos de un chico atrapado en la brevedad de los días y de las noches.
Mis sueños son mentiras que algún día dejarán de serlo: No hay arma más mortífera que una palabra brotada de un corazón noble y un par de huevos que la respalden (Nach)
El poder de las palabras.
Dicen que una imagen vale más que mil palabras.
Sin embargo, pienso que una sola palabra vale más que mil imágenes, porque las palabras te invitan a imaginar...
...y es más bonito jugar con la imaginación que ver directamente una imagen.
Sin embargo, pienso que una sola palabra vale más que mil imágenes, porque las palabras te invitan a imaginar...
...y es más bonito jugar con la imaginación que ver directamente una imagen.
sábado, 3 de diciembre de 2011
Cierro este Blog. Gracias a todxs.
Bueno, viendo que ni el tiempo ni la inspiración me han permitido ser constante publicando en este blog, voy a detenerme aquí. Próximamente crearé un blog nuevo con la experiencia que he adquirido y con ideas para mejorar las publicaciones, el orden... etc. etc. Muchas gracias a lxs que me han seguido. Expondré aquí la dirección del blog nuevo cuando lo cree.
viernes, 2 de septiembre de 2011
La impotencia, la ira y el desengaño.
Podría empezar contando qué me pasa, o cómo ha sido el verano. También podría ignorar el blog más tiempo y hacer como si nada pasara, o como si no necesitara escribir para aliviarme, para desahogarme.
La verdad es que sólo quiero gritar, quiero correr y correr hasta alejarme de mi mismo, quiero desvanecerme en la oscuridad y cerrar los ojos. Me siento con la misma impotencia y la misma rabia que tiene una persona que protesta pacíficamente en Sol mientras la policía le apalea. Son casi las cinco de la mañana y no puedo dormir, desde no mucho vivo atormentado por pesadillas hechas realidad. ¿Cómo sacar fuerza de flaqueza y seguir como si no hubiera ocurrido nada? ¿Cómo mantener la calma, centrarme en lo que me tengo que centrar y olvidarlo... y olvidarte?
Un verano utópico repleto de primeras veces que finaliza con "la dosis de autoestima y autoconfianza que necesito" para comenzar tercero de carrera.
Sólo puedo levantarme, mirar hacia delante y, una vez asimilado todo esto, susurrarte: "tú sabrás lo que has hecho". No te merezco. Sé que merezco mucho más.
La verdad es que sólo quiero gritar, quiero correr y correr hasta alejarme de mi mismo, quiero desvanecerme en la oscuridad y cerrar los ojos. Me siento con la misma impotencia y la misma rabia que tiene una persona que protesta pacíficamente en Sol mientras la policía le apalea. Son casi las cinco de la mañana y no puedo dormir, desde no mucho vivo atormentado por pesadillas hechas realidad. ¿Cómo sacar fuerza de flaqueza y seguir como si no hubiera ocurrido nada? ¿Cómo mantener la calma, centrarme en lo que me tengo que centrar y olvidarlo... y olvidarte?
Un verano utópico repleto de primeras veces que finaliza con "la dosis de autoestima y autoconfianza que necesito" para comenzar tercero de carrera.
Sólo puedo levantarme, mirar hacia delante y, una vez asimilado todo esto, susurrarte: "tú sabrás lo que has hecho". No te merezco. Sé que merezco mucho más.
miércoles, 18 de mayo de 2011
Unas palabras para afrontar lo que queda de curso!
Es difícil que en un mundo tan inhóspito como este alguien tome en serio a cualquier joven de clase media-baja. Si alguno se salva de una educación que implica desmotivación, del conformismo inculcado a través de fiestas sin sentido basadas en el consumismo, de una religión que hace esclavo a quien sea débil de conciencia o simplemente a quien necesite creer en algo ya que no puede creer en sí mismo… si alguno se escapa de esas redes y no termina atrapado en las redes de Internet sin otra finalidad que perderse en redes sociales y foros que le entretienen, si alguien consigue superar estas barreras le queda algo mucho más difícil: que tus palabras no se vean silenciadas por la fuerza de la ignorancia, manipulada por los propios medios de comunicación si llegan a ser escuchadas, por un atroz puñetazo o menguada por poderosos y cultos que hacen que el rayo que sale desde su boca termine apagado en la tierra.
A pesar de todo esto sigo escribiendo. Y no escribo para que alguien me tome en serio, aunque es grato averiguar que alguno si se interese por lo que he expuesto. Escribo porque a veces, con coger un bolígrafo o un teclado tus ideas caen sobre el papel físico o virtual, eres capaz de ordenarlas e incluso descubres cosas que no sabías: en ocasiones, descubro algunas cosas que pienso y que no sabía que pensaba o, en otras palabras, tomo conciencia de mí mismo.
Sigo “perdiendo el tiempo” ordenando mis ideas y haciéndome fuerte mientras algunos lo “aprovechan” jugando a la play, metido en Tuenti dándole al botón de inicio constantemente o inventando historias y conflictos absurdos para hacer su vida más interesante…
Cada día siento que crezco intelectualmente y humanamente. He tenido tropiezos, me he equivocado mil veces y sigo equivocándome. Siguen cuestionándome muchas personas, incluso sin conocerme, y pueden seguir así, no me importa, pues por mucho que ladren he aprendido a decir “me la suda” ante sus sandeces: que sigan ladrando y dejándote con la palabra en la boca, cuando callen o se vayan… yo seguiré allí, igual, en pie y aun más fuerte. Me podré corromper con mis sentimientos y emociones porque la vida es un conjunto de altibajos de felicidad y tristeza a veces sin explicación, pero no me voy a corromper más por falacias de necios e ignorantes sabelotodo.
A veces busco soledad porque en ocasiones todos la necesitamos: necesitamos tiempo para aprender a convivir contigo mismo, para aprender a quererte, para entretenerte quitándote esas espinitas que se nos han clavado en la autoestima en esos campos repletos de plantas envidiosas o de gente que sólo te reclaman por mero interés. Pero también busco compañía, y de eso no me puedo quejar en absoluto. Tengo amigas y amigos que me han demostrado desde el principio que merecen serlo. Sé que puedo contar con ellos en mis horas tristes, cuando necesite consejo o simplemente para disfrutar por ahí: me encanta el cachondeo. A veces discuto con ellos pero es normal, si no discutiera nunca con ellos sería un poco falso, pues nadie es igual a nadie y siempre hay algo donde chocamos.
A pesar de que tengo amigos que se pueden contar con los dedos de las manos, siempre dedico una sonrisa a cualquier persona, si la puedo ayudar le ayudo. Convivo con muchos conocidos y me gusta relacionarme con gente nueva: mis amigos fueron conocidos al principio.
Escribir es algo que me anima, es mi pequeño placer cuando necesito ese empujoncito, ese subidón de autoestima para seguir caminando. Es hora de nadar a contracorriente, ignorar al conformista que se deja llevar y marcar como meta la más alta cima. Merece la pena porque toda persona en esta vida busca la felicidad, es algo innegable. Y esa felicidad creo que realmente existe cuando tenemos un motivo por el que luchar, y revalido el dicho de que “la felicidad no está en la meta, sino en el camino”, pues únicamente en ese camino estamos motivados: la felicidad no es una meta sino un modo de vida. Y lo expongo porque es algo que quiero compartir con todos los que me lean.
Y ahora, en estos últimos meses de segundo de carrera, recupero el lema que me ha abanderado desde que aprobé mi primer examen de física. Un lema que me ha ayudado a superar la negatividad, me he vuelto positivo y con la motivación de que “puedo conseguirlo” frente a la desmotivación de “no lo puedo conseguir” vence mi optimismo de “voy a conseguirlo”. Ese lema que hizo que el año pasado sacase tres matrículas de honor y más notazas frente a los suficientes del pasado. Ese lema donde otros se apoyaron para superarse. Ese lema que me robó la selección española y cuatro. Ese lema que se ha enterrado un poco en este cuatrimestre, que ahora recupero para afrontar lo que queda: PODEMOS.
Por eso, amigo/a, conocido/a, compañero/a… por eso, cuando te envuelva la oscuridad y decidas que no puedes lograr algo, acuérdate de esto: la derrota no está en no lograr lo que te hayas propuesto, sino en rendirte. Dale un golpe sin mano al poco tiempo, a la falta de sueño, a la pereza y a esos pensamientos provocados por tu educación o por “profesionales” de la educación, que nadie te haga perder las ganas de caminar, que nada te haga detenerte, sonríe al abismo, sonríe al desafío y lucha. Nos podrán quitar muchas cosas, pero la decisión de luchar nunca. Gestiona tu tiempo, disfruta y lucha. Hay tiempo para todo aunque parezca que no. No dependas de nadie para ser feliz, ser feliz es cosa de ti mismo y con esa sonrisa puedes contagiar de euforia a los demás.
En este mundo tan inhóspito, injusto, cruel, racista, machista, repleto de interés económico y de poder me encuentro yo y otros como yo que no nos dejamos llevar por él. Merece la pena escribir todo esto, porque esta sociedad se está corrompiendo, pero una sola persona puede encender una pequeña luz en una sala oscura e iluminar. No soy nada ni nadie, ni siquiera llevo razón pues el mundo no es como es, sino como lo vemos. Pero… aunque no sea nada ni nadie, me siento alguien para mi mismo, para los que me quieren y para los que me aceptan. Me siento hijo, amigo, compañero, conocido, familiar… me siento querido y ese dios al que muchos rezan nunca me amó porque jamás existió. Ese dios eres tu mismo. Cree en ti mismo y todo será posible.
Si crees en ti mismo, si te llenas de autoestima simplemente quedándote con lo bueno que te haya llegado y expulsando el veneno que gente envidiosa sin autoestima ni personalidad te han inyectado, si consigues quererte puedes afrontar cualquier reto y vencer…
Ahora me toca (y a más gente) superar este cuatrimestre. Pues nada, gestiona tu tiempo, disfruta de los pequeños placeres del camino al aprobado (escuchar un poco de música, bromear con un compañero, ese bocata de jamón de almuerzo, ese chiste de ese profesor, esa frase conmovedora de esa chica en orientación, ese aire fresco mientras descansas en un banco, esa cachimba que compartes, ese reencuentro con un compañero del año pasado…) e ignora el agobio que te produce el calor, el sueño y las horas fuera de casa. Cuando estudies, cuando hagas un trabajo y estés a punto de dejarlo, simplemente sonríe y grita por dentro PODEMOS.
A pesar de todo esto sigo escribiendo. Y no escribo para que alguien me tome en serio, aunque es grato averiguar que alguno si se interese por lo que he expuesto. Escribo porque a veces, con coger un bolígrafo o un teclado tus ideas caen sobre el papel físico o virtual, eres capaz de ordenarlas e incluso descubres cosas que no sabías: en ocasiones, descubro algunas cosas que pienso y que no sabía que pensaba o, en otras palabras, tomo conciencia de mí mismo.
Sigo “perdiendo el tiempo” ordenando mis ideas y haciéndome fuerte mientras algunos lo “aprovechan” jugando a la play, metido en Tuenti dándole al botón de inicio constantemente o inventando historias y conflictos absurdos para hacer su vida más interesante…
Cada día siento que crezco intelectualmente y humanamente. He tenido tropiezos, me he equivocado mil veces y sigo equivocándome. Siguen cuestionándome muchas personas, incluso sin conocerme, y pueden seguir así, no me importa, pues por mucho que ladren he aprendido a decir “me la suda” ante sus sandeces: que sigan ladrando y dejándote con la palabra en la boca, cuando callen o se vayan… yo seguiré allí, igual, en pie y aun más fuerte. Me podré corromper con mis sentimientos y emociones porque la vida es un conjunto de altibajos de felicidad y tristeza a veces sin explicación, pero no me voy a corromper más por falacias de necios e ignorantes sabelotodo.
A veces busco soledad porque en ocasiones todos la necesitamos: necesitamos tiempo para aprender a convivir contigo mismo, para aprender a quererte, para entretenerte quitándote esas espinitas que se nos han clavado en la autoestima en esos campos repletos de plantas envidiosas o de gente que sólo te reclaman por mero interés. Pero también busco compañía, y de eso no me puedo quejar en absoluto. Tengo amigas y amigos que me han demostrado desde el principio que merecen serlo. Sé que puedo contar con ellos en mis horas tristes, cuando necesite consejo o simplemente para disfrutar por ahí: me encanta el cachondeo. A veces discuto con ellos pero es normal, si no discutiera nunca con ellos sería un poco falso, pues nadie es igual a nadie y siempre hay algo donde chocamos.
A pesar de que tengo amigos que se pueden contar con los dedos de las manos, siempre dedico una sonrisa a cualquier persona, si la puedo ayudar le ayudo. Convivo con muchos conocidos y me gusta relacionarme con gente nueva: mis amigos fueron conocidos al principio.
Escribir es algo que me anima, es mi pequeño placer cuando necesito ese empujoncito, ese subidón de autoestima para seguir caminando. Es hora de nadar a contracorriente, ignorar al conformista que se deja llevar y marcar como meta la más alta cima. Merece la pena porque toda persona en esta vida busca la felicidad, es algo innegable. Y esa felicidad creo que realmente existe cuando tenemos un motivo por el que luchar, y revalido el dicho de que “la felicidad no está en la meta, sino en el camino”, pues únicamente en ese camino estamos motivados: la felicidad no es una meta sino un modo de vida. Y lo expongo porque es algo que quiero compartir con todos los que me lean.
Y ahora, en estos últimos meses de segundo de carrera, recupero el lema que me ha abanderado desde que aprobé mi primer examen de física. Un lema que me ha ayudado a superar la negatividad, me he vuelto positivo y con la motivación de que “puedo conseguirlo” frente a la desmotivación de “no lo puedo conseguir” vence mi optimismo de “voy a conseguirlo”. Ese lema que hizo que el año pasado sacase tres matrículas de honor y más notazas frente a los suficientes del pasado. Ese lema donde otros se apoyaron para superarse. Ese lema que me robó la selección española y cuatro. Ese lema que se ha enterrado un poco en este cuatrimestre, que ahora recupero para afrontar lo que queda: PODEMOS.
Por eso, amigo/a, conocido/a, compañero/a… por eso, cuando te envuelva la oscuridad y decidas que no puedes lograr algo, acuérdate de esto: la derrota no está en no lograr lo que te hayas propuesto, sino en rendirte. Dale un golpe sin mano al poco tiempo, a la falta de sueño, a la pereza y a esos pensamientos provocados por tu educación o por “profesionales” de la educación, que nadie te haga perder las ganas de caminar, que nada te haga detenerte, sonríe al abismo, sonríe al desafío y lucha. Nos podrán quitar muchas cosas, pero la decisión de luchar nunca. Gestiona tu tiempo, disfruta y lucha. Hay tiempo para todo aunque parezca que no. No dependas de nadie para ser feliz, ser feliz es cosa de ti mismo y con esa sonrisa puedes contagiar de euforia a los demás.
En este mundo tan inhóspito, injusto, cruel, racista, machista, repleto de interés económico y de poder me encuentro yo y otros como yo que no nos dejamos llevar por él. Merece la pena escribir todo esto, porque esta sociedad se está corrompiendo, pero una sola persona puede encender una pequeña luz en una sala oscura e iluminar. No soy nada ni nadie, ni siquiera llevo razón pues el mundo no es como es, sino como lo vemos. Pero… aunque no sea nada ni nadie, me siento alguien para mi mismo, para los que me quieren y para los que me aceptan. Me siento hijo, amigo, compañero, conocido, familiar… me siento querido y ese dios al que muchos rezan nunca me amó porque jamás existió. Ese dios eres tu mismo. Cree en ti mismo y todo será posible.
Si crees en ti mismo, si te llenas de autoestima simplemente quedándote con lo bueno que te haya llegado y expulsando el veneno que gente envidiosa sin autoestima ni personalidad te han inyectado, si consigues quererte puedes afrontar cualquier reto y vencer…
Ahora me toca (y a más gente) superar este cuatrimestre. Pues nada, gestiona tu tiempo, disfruta de los pequeños placeres del camino al aprobado (escuchar un poco de música, bromear con un compañero, ese bocata de jamón de almuerzo, ese chiste de ese profesor, esa frase conmovedora de esa chica en orientación, ese aire fresco mientras descansas en un banco, esa cachimba que compartes, ese reencuentro con un compañero del año pasado…) e ignora el agobio que te produce el calor, el sueño y las horas fuera de casa. Cuando estudies, cuando hagas un trabajo y estés a punto de dejarlo, simplemente sonríe y grita por dentro PODEMOS.
sábado, 19 de febrero de 2011
Incertidumbre. Una carta al Amor.
Incertidumbre. Tenía que empezar diciendo esa palabra. Nos pasamos la vida preguntándonos qué va a pasar, qué vamos a hacer si…, qué puede pasar si hago esto, si hago tal…
Confundido y nervioso en los instantes antes de coger el sueño, en pensamientos esporádicos o cuando miraba a esa casa mientras pedaleaba. El no saber provoca miedo a que ocurra todo al revés de lo previsto. Pero, ¿por qué tenemos que prever las cosas?
Me he llevado todo el tiempo planificando mi vida, buscando la felicidad, perdido en deseos y en contradicciones, sumergido en una segunda realidad: aquello que quiero que pase cuando yo lo deseo.
Pero poco a poco estoy comenzando a comprender algo tan simple que por esa particularidad nunca veía: la vida, como su propio nombre implica, no hay que pensarla, hay que vivirla. Lo más bonito de la vida pues, es el no saber que va a pasar. Un dicho popular dice que “quien la sigue la consigue”. Es falso, pues pienso que “quien la sigue, tan sólo la persigue”.
A veces soy negativo con mis posibilidades en una perspectiva amorosa. Unas experiencias, ya sean educativas o provocadas por mi propia relación con mi grupo de iguales y con el resto de la sociedad, convirtieron a este niño tímido en un chico que ansiaba encontrar una chica a la que amar, y que ésta le correspondiera. Y en consecuencia, unas cuantas malas experiencias amorosas, convirtieron a este chico dolido en un hombre con la autoestima por los suelos.
Por suerte, todos tenemos un profesor llamado don Error, del que aprendemos. Descubrí que esa chica a la que busco nunca va a aparecer por el simple hecho de que la busco. Comprendí que esa chica sólo aparecerá cuando me detenga, cuando no ansíe encontrarla, cuando sepa esperar y dejar que las cosas vayan surgiendo. Porque en la vida podemos planear, planificar, organizar un horario de estudios, un viaje, un cuaderno, una lista de la compra… pero jamás podemos hacerlo con el amor.
Incertidumbre. Ahora el no saber no me provoca infelicidad, porque sé que las cosas buenas van a pasarme, aunque no las vea venir, aunque no lo sepa. Por eso, ahora mismo no pienso en el mañana, sino aprendo a encontrar la felicidad en mi día a día… y hasta veo el amor más claramente por indicadores que antes no observaba, pues los pasaba por alto. Son cosas simples: un entrecruce de miradas, una sonrisa, el rozamiento de mi mano con su mano, encontrármela bajo la lluvia, leer su nombre en un correo electrónico o en la guía de mi móvil, los nervios que me dominan instantes antes de verla y el calor de un abrazo de despedida…
No podemos planificar el amor, no podemos intentar que en un 14 de febrero nos enamoremos, no se necesita que un día de nuestros calendarios nos recuerde que tenemos a alguien o que no. Por eso, escribo esta carta al amor, para que sepa que hay gente que sabe apreciarlo, lejos de querer poseerlo en un día específico. Querido amor, yo te he comprendido.
Confundido y nervioso en los instantes antes de coger el sueño, en pensamientos esporádicos o cuando miraba a esa casa mientras pedaleaba. El no saber provoca miedo a que ocurra todo al revés de lo previsto. Pero, ¿por qué tenemos que prever las cosas?
Me he llevado todo el tiempo planificando mi vida, buscando la felicidad, perdido en deseos y en contradicciones, sumergido en una segunda realidad: aquello que quiero que pase cuando yo lo deseo.
Pero poco a poco estoy comenzando a comprender algo tan simple que por esa particularidad nunca veía: la vida, como su propio nombre implica, no hay que pensarla, hay que vivirla. Lo más bonito de la vida pues, es el no saber que va a pasar. Un dicho popular dice que “quien la sigue la consigue”. Es falso, pues pienso que “quien la sigue, tan sólo la persigue”.
A veces soy negativo con mis posibilidades en una perspectiva amorosa. Unas experiencias, ya sean educativas o provocadas por mi propia relación con mi grupo de iguales y con el resto de la sociedad, convirtieron a este niño tímido en un chico que ansiaba encontrar una chica a la que amar, y que ésta le correspondiera. Y en consecuencia, unas cuantas malas experiencias amorosas, convirtieron a este chico dolido en un hombre con la autoestima por los suelos.
Por suerte, todos tenemos un profesor llamado don Error, del que aprendemos. Descubrí que esa chica a la que busco nunca va a aparecer por el simple hecho de que la busco. Comprendí que esa chica sólo aparecerá cuando me detenga, cuando no ansíe encontrarla, cuando sepa esperar y dejar que las cosas vayan surgiendo. Porque en la vida podemos planear, planificar, organizar un horario de estudios, un viaje, un cuaderno, una lista de la compra… pero jamás podemos hacerlo con el amor.
Incertidumbre. Ahora el no saber no me provoca infelicidad, porque sé que las cosas buenas van a pasarme, aunque no las vea venir, aunque no lo sepa. Por eso, ahora mismo no pienso en el mañana, sino aprendo a encontrar la felicidad en mi día a día… y hasta veo el amor más claramente por indicadores que antes no observaba, pues los pasaba por alto. Son cosas simples: un entrecruce de miradas, una sonrisa, el rozamiento de mi mano con su mano, encontrármela bajo la lluvia, leer su nombre en un correo electrónico o en la guía de mi móvil, los nervios que me dominan instantes antes de verla y el calor de un abrazo de despedida…
No podemos planificar el amor, no podemos intentar que en un 14 de febrero nos enamoremos, no se necesita que un día de nuestros calendarios nos recuerde que tenemos a alguien o que no. Por eso, escribo esta carta al amor, para que sepa que hay gente que sabe apreciarlo, lejos de querer poseerlo en un día específico. Querido amor, yo te he comprendido.
martes, 1 de febrero de 2011
El precio de la libertad (parte 2 de "rumbo fatal hacia el destino de los vivos")
Cerró los ojos. A su alrededor, los pájaros comenzaban a cantar, la brisa temprana acariciaba las hojas de los árboles, dejándo caer suávemente al suelo aquellas que ya se habían secado. El sol empezaba a dejarse ver entre las montañas y la niebla mientras que la luna le daba la bienvenida, antes de esconderse de nuevo.
Pero él seguía con los ojos cerrados, torturado por incesantes recuerdos. Sentía la brisa en su rostro y el dolor en su espalda malcurada. El sol le molestó, y tuvo que abrir los ojos para levantarse y caminar hacia la sombra más próxima. Cogeaba y sus lágrimas iban mojando aun más un suelo verde y húmedo. Se detuvo, observo con rabia esas lágrimas que caían y volvió a cerrar los ojos.
De nuevo, el recuerdo de su sangre manchando el albero le derrumbó. Llorando se arrastraba, pensando en su compañero, que no tuvo mejor suerte que él. Jamás olvidará aquel ser dorado, que empuñaba una espada, atravensando la nuca de su fiel amigo y de cómo sus ojos se volvían hacia atrás, al tiempo que el sonido de un público salvaje y sediento de sangre aplaudía. Al llegar a aquella sombra, quedó profundamente dormido.
El ruido de sus otros compañeros le despertó. La voz de aquel que le cuidaba ordenaba a las criaturas a seguirle hacia la misma plataforma donde dias antes, él y su compañero fueron secuestrados, llevados a aquel lugar horrible, a ese mundo horrible, donde torturan, donde aplauden la muerte, privándoles de agua, comida y libertad.
Recordó de nuevo. Con la mirada pérdida, clavada en la camioneta, visualizaba su furia en ese lugar, su carrera a la nada, su venganza. Visualizaba las caras de terror del público y el asesino de su amigo, a sus pies. Su espalda castigada por palos afilados, y su sangre pintando el albero. Y el precio de su libertad.
Nunca más volvió a vivir en paz, aunque habitara en ese campo maravilloso. Nunca más sería feliz. No lo comprendió: ¿Cuánto sufrimiento vale la libertad?
La cultura implica cambiar un arte para mejorar (la lucha de gladiadores era cultura, tirar la cabra desde un campanario era cultura...). La tortura es el paso atrás del ser humano y el fracaso de la sociedad. Toreo: ¿tortura o cultura? Yo cada día lo tengo más claro
Pero él seguía con los ojos cerrados, torturado por incesantes recuerdos. Sentía la brisa en su rostro y el dolor en su espalda malcurada. El sol le molestó, y tuvo que abrir los ojos para levantarse y caminar hacia la sombra más próxima. Cogeaba y sus lágrimas iban mojando aun más un suelo verde y húmedo. Se detuvo, observo con rabia esas lágrimas que caían y volvió a cerrar los ojos.
De nuevo, el recuerdo de su sangre manchando el albero le derrumbó. Llorando se arrastraba, pensando en su compañero, que no tuvo mejor suerte que él. Jamás olvidará aquel ser dorado, que empuñaba una espada, atravensando la nuca de su fiel amigo y de cómo sus ojos se volvían hacia atrás, al tiempo que el sonido de un público salvaje y sediento de sangre aplaudía. Al llegar a aquella sombra, quedó profundamente dormido.
El ruido de sus otros compañeros le despertó. La voz de aquel que le cuidaba ordenaba a las criaturas a seguirle hacia la misma plataforma donde dias antes, él y su compañero fueron secuestrados, llevados a aquel lugar horrible, a ese mundo horrible, donde torturan, donde aplauden la muerte, privándoles de agua, comida y libertad.
Recordó de nuevo. Con la mirada pérdida, clavada en la camioneta, visualizaba su furia en ese lugar, su carrera a la nada, su venganza. Visualizaba las caras de terror del público y el asesino de su amigo, a sus pies. Su espalda castigada por palos afilados, y su sangre pintando el albero. Y el precio de su libertad.
Nunca más volvió a vivir en paz, aunque habitara en ese campo maravilloso. Nunca más sería feliz. No lo comprendió: ¿Cuánto sufrimiento vale la libertad?
La cultura implica cambiar un arte para mejorar (la lucha de gladiadores era cultura, tirar la cabra desde un campanario era cultura...). La tortura es el paso atrás del ser humano y el fracaso de la sociedad. Toreo: ¿tortura o cultura? Yo cada día lo tengo más claro
jueves, 2 de diciembre de 2010
Un espacio para dos, un espacio por y para la IGUALDAD.
Al leer un periódico, al escuchar la radio, al oír a la gente rumoreando por las calles, al ver la televisión durante un almuerzo familiar, al navegar por internet, al visitar a tu abuela y abuelo o al ver salir a niños y niñas de un centro educativo podemos identificar sin dificultad y, sin ser necesario pensarlo, que nuestra sociedad es como un pájaro en el que el hombre es un ala y la mujer otra, y hasta que ambas no estén posicionadas en igualdad nuestra sociedad no podrá despegar ni volar hacia un mundo mejor: no progresará. La convivencia no puede verse favorecida en un escenario donde haya alguno o alguna que domine y otro u otra en inferioridad. Varios principios fundamentales se corean al tiempo que se respira democracia: igualdad, libertad, tolerancia, convivencia, solidaridad… ¿Estamos en una sociedad democrática? ¿Existe realmente alguna sociedad democrática al cien por cien para todos y todas?
Es algo que siempre está ahí. Sólo hay que pararse un segundo y meditar. El mundo de los seres humanos no es el mundo de los hombres, sino el mundo de los hombres y de las mujeres. Las únicas diferencias existentes entre ambos son de carácter biológicas, las cuales no impiden que los hombres realicen tareas consideradas “femeninas” ni que las mujeres realicen tareas consideradas “masculinas”. Las diferencias peligrosas son las que ha creado la sociedad, el mundo de los hombres, la historia del machismo, nuestra sociedad patriarcal. Por lo tanto, el sexo de una persona no debe ser motivo de exclusión o rechazo de determinadas funciones de nuestra sociedad, es decir, biológicamente somos diferentes pero como seres humanos somos iguales. Con ello, hay que afirmar que el género es una etiqueta que la sociedad ha colocado y la causa de las desigualdades entre los hombres y las mujeres. Y todo esto va más allá: la violencia de género se cobra centenares de víctimas mortales en España y millares en todo el mundo (por no decir millones). Además, tan culpables son los agresores como las mujeres que no lo denuncian, tan culpables son la educación recibida como el silencio o la ignorancia consciente de los que no la sufren.
Se debe transformar la sociedad para mejorar, modificar la concepción social del término género por una percepción más igualitaria. Así sí podríamos reconocer con sinceridad que vivimos en una democracia. Esa transformación puede lograrse de varias maneras: eliminando anuncios y publicidad sexistas, concienciando a personas con mentalidad conservadora, etc. Sin embargo, es en educación donde se debe trabajar este tema, fundamentalmente. La educación puede transformar la realidad, eliminar desigualdades y concienciar.
Algunos o algunas ven imposible lograr lo que propongo y proponen otras personas. A pesar de ello, propongo que esas personas abran su mente, pues pienso que lo imposible sólo existe en la mente de los incapaces…
…y siempre diré que PODEMOS.
Es algo que siempre está ahí. Sólo hay que pararse un segundo y meditar. El mundo de los seres humanos no es el mundo de los hombres, sino el mundo de los hombres y de las mujeres. Las únicas diferencias existentes entre ambos son de carácter biológicas, las cuales no impiden que los hombres realicen tareas consideradas “femeninas” ni que las mujeres realicen tareas consideradas “masculinas”. Las diferencias peligrosas son las que ha creado la sociedad, el mundo de los hombres, la historia del machismo, nuestra sociedad patriarcal. Por lo tanto, el sexo de una persona no debe ser motivo de exclusión o rechazo de determinadas funciones de nuestra sociedad, es decir, biológicamente somos diferentes pero como seres humanos somos iguales. Con ello, hay que afirmar que el género es una etiqueta que la sociedad ha colocado y la causa de las desigualdades entre los hombres y las mujeres. Y todo esto va más allá: la violencia de género se cobra centenares de víctimas mortales en España y millares en todo el mundo (por no decir millones). Además, tan culpables son los agresores como las mujeres que no lo denuncian, tan culpables son la educación recibida como el silencio o la ignorancia consciente de los que no la sufren.
Se debe transformar la sociedad para mejorar, modificar la concepción social del término género por una percepción más igualitaria. Así sí podríamos reconocer con sinceridad que vivimos en una democracia. Esa transformación puede lograrse de varias maneras: eliminando anuncios y publicidad sexistas, concienciando a personas con mentalidad conservadora, etc. Sin embargo, es en educación donde se debe trabajar este tema, fundamentalmente. La educación puede transformar la realidad, eliminar desigualdades y concienciar.
Algunos o algunas ven imposible lograr lo que propongo y proponen otras personas. A pesar de ello, propongo que esas personas abran su mente, pues pienso que lo imposible sólo existe en la mente de los incapaces…
…y siempre diré que PODEMOS.
miércoles, 1 de diciembre de 2010
El calor de la amistad.
El frío me castigaba mientras dibujaba mi nombre en el cristal del autobús. Mi nombre solitario descubría detrás suya que había llegado a mi destino. Me bajé y la niebla cubría mi alrededor. Figuras fantasmales y estrellas que nacían en el horizonte se dejaban notar a cada paso que daba. Crucé la acera, miré al cielo y capté al fin el reloj del torreón de derecho: ya eran las ocho.
Mi cuerpo comenzaba a entrar en calor cuanto más próximo estaba de mi facultad. Y es que cuando un alma solitaria, que vaga por el frío invernal, siente la energía que necesita para continuar, empuja con fuerza y furia a un cuerpo dormido por la helada, y lo calienta para que pueda continuar.
Entonces lo comprendí: el espíritu me abandonó adelantándose a mis pasos, ya se encontraba entre las paredes de la facultad. Lo que realmente calentaba mi cuerpo, era el calor de la amistad. Estaba deseando reencontrarme con ese grupo de universitarios e universitarias que, prácticamente, se habían convertido en amigos/as.
Mi cuerpo comenzaba a entrar en calor cuanto más próximo estaba de mi facultad. Y es que cuando un alma solitaria, que vaga por el frío invernal, siente la energía que necesita para continuar, empuja con fuerza y furia a un cuerpo dormido por la helada, y lo calienta para que pueda continuar.
Entonces lo comprendí: el espíritu me abandonó adelantándose a mis pasos, ya se encontraba entre las paredes de la facultad. Lo que realmente calentaba mi cuerpo, era el calor de la amistad. Estaba deseando reencontrarme con ese grupo de universitarios e universitarias que, prácticamente, se habían convertido en amigos/as.
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