El poder de las palabras.

Dicen que una imagen vale más que mil palabras.
Sin embargo, pienso que una sola palabra vale más que mil imágenes, porque las palabras te invitan a imaginar...
...y es más bonito jugar con la imaginación que ver directamente una imagen.


miércoles, 7 de abril de 2010

Objetos que cuentan mi vida.

Hay muchas formas de transmitir, de enseñar, de mostrar, de exponer momentos, situaciones, experiencias que hemos vivido: hay muchas maneras de contar una historia, de contar cualquier aspecto de nuestra vida. Una de esas formas es mediante lo que esconden detrás unos objetos que han participado en nuestra vida de una manera determinada. Esos objetos aparentemente en sí, por su propia naturaleza, no tienen ningún significado, pero pueden contar muchas cosas y pueden influir en la vida de una persona de manera muy notable, o representar algún momento especial si conseguimos ver más allá de ellos, a través de ellos, si conseguimos darle un significado, abriendo nuestra mente y cruzando el universo de las cosas.
Toda persona se socializa, se adapta a la sociedad, aprende, se ve influenciada, se educa… y en este desarrollo de la persona juegan un papel importantísimo el aprendizaje, las emociones, la motivación, el placer con el que se hacen las cosas o la finalidad por las que se realizan. Muchos aspectos psicológicos intervienen en el desarrollo de la persona. Mediante este comentario transmitiré, apoyándome en cinco objetos (o alguno más) que han participado en mi vida, mi propio desarrollo, mis cambios en mis pensamientos, en mi ideología, mis momentos de felicidad o depresión más importantes que han podido influir de forma y manera que haya construido mi personalidad y mis caminos, pues ha podido orientar mis pasos en mi vida, y como diría A. Machado, “se hace camino al andar”. A continuación expondré, intentando que siga un orden cronológico, los objetos seleccionados, los cuales los iré incluyendo conforme reflexione y explique esos momentos de mi vida que considero importantes.
Hay muchas perspectivas para mirar el ámbito educativo, y muchas discusiones que encontramos ayer y hoy. Por ejemplo, un modelo pedagógico defiende el aprendizaje de la lengua, de la lectura desde lo más individual como lo es una letra o sílaba y, mediante la combinación de éstas, formar palabras, frases, enunciados… es decir, estrategias de lecturas silábicas. Otro modelo defiende justo lo contrario, el aprendizaje primero de las palabras para ir descubriendo las partes que las componen, comenzando así con una visión más holística y general que antes. Mi aprendizaje se sitúa en el primer modelo dicho, y he aquí mi primer objeto: “Gran Diccionario de Carlitos” (Charlie Brown). Así comenzó mi introducción al mundo de la cultura, de la educación, del conocimiento, mediante este tipo de aprendizaje.



La educación primaria la inicié y la llevé a cabo en un centro privado-concertado perteneciente al Opus dei, una institución que posee una ideología que me comenzaron a intentar inculcar desde mis 5 años de forma manifiesta y latente. Educación diferenciada, estricto en lo religioso (rezar cada vez que se entraba o se salía del aula, ir a misa, estudiar religión obligatoriamente…) clara distinción de funciones entre el hombre y la mujer (había jardineros, pero no jardineras, cocineras pero no cocineros, limpiadoras pero no hombres de la limpieza, no se permitía que accediera al centro ninguna niña o mujer sin previa autorización del director, etc.), nada de educación sexual, un intento constante de convencer de su ideología tanto a padres y madres como ha discentes… me atrevería a decir que poseen una ideología machista. Con esta breve descripción del entorno donde comencé a aprender, a socializarme en algo ajeno a lo familiar, quiero introducir un segundo objeto, pero antes debo decir que mi manera de pensar comenzó a discrepar, a volverse escéptica con la mencionada ideología de esta institución educativa ya bien avanzado los primeros años de secundaria obligatoria (segundo, tercero). Hasta entonces, era un ingenuo, un chico tímido que se creía o se veía obligado a creer todo lo que le expusieran con una justificación con algo de lógica. Doce años. Ese es el tiempo que he permanecido rodeado en este ambiente, aunque no es negativo, y transmiten muchos valores que considero positivos, si fuera por mí, hubiese escogido otra institución donde escolarizarme. Este es el resultado del pluralismo escolar: se quiere fomentar la igualdad, la solidaridad, la tolerancia, el respeto, la libertad de elegir, pero realmente mediante esto el/la alumno/a no tiene esa libertad de elección, pues recae en los padres. Por ello apoyo la existencia de escuelas pluralistas. Así los hijos son los que pueden elegir dentro de la misma institución y se aprendería conviviendo en diversidad, pues la sociedad es plural y la clase es el reflejo de la misma.
No podría explicarlo, pero hubo un momento en el que en mí surgió la necesidad de buscar la explicación de las cosas, de preguntarme cosas, de dudar. Y ese momento se intensificó durante segundo de ESO. Si tuviera que explicar todo lo que me preguntaba en este comentario tendría que escribir un libro o dos, y adjuntarlo o recomendarlo simplemente, pues es bastante amplio. Pero puedo decir que me incliné al otro extremo de lo que me intentaba transmitir mi instituto, me volví prácticamente ateo. Y ahora sí, puedo incluir un segundo objeto, que coincide con el periodo en el que me cuestionaba cosas como nunca: mi primer disco de hip-hop.



Hasta entonces, la música no me había llamado la atención, pero un amigo me pidió que le guardara un disco. Mi curiosidad hizo reproducirla en el Windows 95, y descubrí a un rapero llamado Fran T, quien en pocos segundos me enseñó que existen muchas formas de ver las cosas, que no sólo existe una… y era verdad, “hay más religiones” pensé. Me sorprendió la manera de mostrar sus ideas, mediante rap, rimando frases y acompañándolas con un sonido que me comenzó a atraer. Y desde entonces comencé a practicar, a rimar, a interesarme la poseía, las rimas, rimar, rimar y rimar… decir las cosas así, me gustaba y me hacía feliz conseguir buenas rimas. Comencé a aprovechar las clases de religión y de ética para crear poesía, o rap, y criticarlo todo. Más tarde descubriría a “Nach”, al “Satu”, al “Tote”, etc., ha distintos raperos españoles que hicieron que aprendiera a abrir la mente aun más. Podría indicar algún objeto como el diploma como primer clasificado en el concurso literario y poético de mi instituto, que reflejaría esto, y también adjuntar aquí la poesía que hizo posible tal hazaña personal:



Palabra.

Si yo pudiera, cambiaría el mundo,
para que me escuchen los sordos y me hablen los mudos.
Si yo pudiera, sería como el viento,
para acariciar el rostro de la persona que quiero.
Si yo pudiera, sería como las nubes,
para llover en desiertos donde el agua no abunde.
Si yo pudiera, sería como el sol,
para iluminar el camino correcto en momentos de confusión.
Si yo pudiera, sería la justicia,
para equilibrar el bien y la malicia.
Si yo pudiera, sería el mar,
para poder a los humanos limpiar y sanar.
Si yo pudiera, sería tu ángel de la guarda,
para ayudarte a distinguir acciones buenas y malas.
Si yo pudiera, sería un poderoso político,
para hacer que no existan ni los pobres ni los ricos.
Si yo pudiera, quitaría las armas,
para que los hombres se defiendan con la palabra.
Si yo pudiera, sería dios,
para actuar siempre en momentos de destrucción.
Pero solo soy un hombre y solo tengo un arma:
y de una gran arma se trata,
no es un hacha, no es una espada
no es una pistola ni una lanza:
sino mi palabra, “ tan sólo” mi palabra.





Mis clases de filosofía más adelante me sirvieron para conocer más sobre más pensamientos, más diversidad de perspectivas, más manera de llegar o creer llegar al conocimiento o a la verdad de algo. Y además, mis dudas en esas clases causaban la burla y el desconcierto entre mis compañeros y en el profesor, pero ayudaron a que la clase interviniera más activamente en las discusiones que se planteaban. Recuerdo que estudiando a Santo Tomás de Aquino, el cual defendía que Dios es la causa “incausada” hicieron que me inventara por razonamientos una teoría que destruyera la de este filósofo. Dije que “no existe la causa incausada”, que todo es un ciclo, y es eterno. Mi profesor me puso un mote, me llamó Nietzsche, sin haberlo dado aun, y yo no comprendí por qué hasta que no llegó el momento de estudiarle. Puedo indicar un tercer objeto: una muñequera de la república española. Y tiene su explicación: en este mi antiguo instituto, los alumnos iban con la bandera de España en cinturones, calcetines, mochilas, y cantaban el “cara al sol” por los pasillos, a veces incluso dibujaban el águila imperial en la pizarra. No todos eran iguales pero mcuhos tenían ese comportamiento. Mi reacción fue esa. Irme al otro bando, al extremo, y al final me gustó incluso el ideal republicano. Libertad, la religión deja de tener prestigio, solidaridad e igualdad… También me gustó el ideal de Marx (aunque en filosofía me lo pintaron de negro) y su sociedad comunista, donde no existieran las desigualdades.



Gracias a esto creo que soy una persona que siempre se cuestiona las cosas y le da muchas vueltas, que le apasiona descubrir, deducir, crear, transmitir, transformar… encontrar explicaciones a cosas que nadie ha conseguido darlas, plantear hipótesis, no tomar nada como verdad absoluta cien por cien, dejar siempre espacio a la duda, que para mí es la mejor vía para alcanzar el conocimiento de cualquier tema. “La ignorancia afirma o niega rotundamente, la ciencia duda” es una frase cuyo autor no recuerdo, pero que puedo aplicar en este contexto: “la iglesia y el ateo afirma y niega respectivamente rotundamente, el agnóstico duda”. Al final hallé mi equilibrio, mi término medio, conseguir abandonar el extremo: soy agnóstico y además me siento contento de tener la mente abierta y flexible.
Todo esto en cuanto a la historia de mis pensamientos, de mi ideología y de mis creencias. Esto ha influido en mi vida educativa, en mi formación, en mi socialización. Pero no es lo único. Considero muy importante también las emociones durante esta etapa, y antes de mostrar ahora el cuarto objeto, debo contar una breve historia que está relacionada tanto con mi timidez como con el entorno donde me movía entonces.
Como decía, mi timidez más un entorno masculino influenció de forma negativa a mis relaciones con chicas: no me sentía nada cómodo hablando o intentando hablar con ellas, o al estar simplemente al lado, o incluso cuando me miraban. Me ponía nervioso. Lo peor era que me deprimía pero no podía solucionarlo. También sufrí un poco de acoso escolar, durante segundo y tercero principalmente, no encajaba en ningún grupo, me sentía un tanto marginado y mis calificaciones académicas comenzaron a bajar hasta suspensos impensables. En cuarto de secundaria, los amigos de siempre, del barrio, se echaron novia y se fueron por su lado, viéndome sólo, en mi casa, enganchado a juegos de ordenador y haciéndome amigo de la misma radio. Al menos mantuve una afición que me sigue apasionando incluso cuando escribo esto: es decir, mantuve mi pasión por escribir, cualquier tipo de escritura, rap, poesía, relatos, cuentos cortos, reflexiones, etc. Me refugiaba en el papel, escupía mis depresiones y me hacía sentir bien, pues el papel es el único que escucha sin interrumpirte.
Hasta entonces, mi idea sobre “qué seré de mayor” abarcaba muchos horizontes, muchas opciones apetecibles: me gustaba la física, la filosofía, la historia, la educación, las telecomunicaciones, el deporte, etc. Si, el deporte me apasionaba, sobre todo el fútbol, el cual siempre he practicado, mis recuerdos no son capaces de manifestar el momento en el que empecé. Al final, entre otras, destacaba una ilusión, ser maestro de educación física. Esto hizo que me apuntara en un gimnasio, así que además de ir al instituto tendría un lugar más donde relacionarme con la gente. Así comenzó mi formación en Bachillerato, aun estando en el mismo centro, cada vez sentía que me conseguía integrar más y que tenía más facilidad para relacionarme con todos en general. Entonces hice amistad con alguien que estaba apuntado en un cursillo de educación no formal de animación sociocultural (monitor de tiempo libre) al lado de mi barrio (en Palmete). Me apunté curioso y con ganas de establecer más relaciones con iguales.
Llegó el momento en el que me sentía más vivo que nunca: iba al instituto, al gimnasio y a unos cursillos de monitor donde por primera vez compartía techo (ajeno a la familia) con chicas. Al principio los nervios, el no saber cómo actuar… Fue la primera vez que me sentía parte de algo: “Reactiv@s”, un grupito de monitores/as que hacen cosas por el barrio. Aquí se produjo un cambio importante en mi vida, sobre todo en lo relacionado con mi timidez: cada vez actuaba con más naturalidad, con menos nervios y con más seguridad. Perdí un poco el miedo a hablar en público y comencé a dejar de pensar en la imagen que yo daba a los demás; no sentía la presión social sobre mi conducta como antes. Por si fuera poco, también me apunté al voluntariado de mi instituto (ONG, cooperación internacional) para ayudar a personas mayores o para pintar casas de barrios desfavorecidos. Mis notas no se vieron afectadas, al contrario, ascendieron, así que cuánto más hacia mejor me iba. Y ya comenzó mi interés por una carrera llamada “pedagogía” que podría plantearme hacerla después de magisterio de EF o de la INEF. Como todo esto supuso un gran cambio en mi vida, quiero citar como mi cuarto objeto (en realidad dentro de mi cuarto objeto habría varios pero todos están relacionados con lo mismo): los diplomas de dos años consecutivos de monitor y una foto de la revista de mi instituto en la que salimos mis compañeros y yo tras pintar una casa del barrio “los Pájaros”. Además todo esto me ayudó, como he dicho antes, a relacionarme mejor con todos en general, y perdí ese pánico con las chicas, teniendo mi primera experiencia sentimental durante primero de bachillerato.




Pero existían riesgo para mis resultados académicos: de nuevo, las calificaciones comenzaron a bajar (aunque siempre mi media ha estado en torno al 6) suspendiendo algunas. Las relaciones amorosas por llamarlas así traen consigo buenas experiencias, pero también malas, como celos, comeduras de cabezas, mentiras, miedo, desconfianza y finalmente cuernos… Sí, mi vida sentimental es una mierda, o al menos empezó así, con un palo gordo por así llamarlo. Y ahí entraron en juego mis padres, mediante el quinto objeto que debo mencionar: mi móvil. A pesar del daño que me produjo esa chica estaba ciego, y mis padres, mediante un condicionamiento operante de castigo negativo me hicieron ver: me quitaron el móvil, y ante la desaparición de este estimulo apetitivo y necesario para mi vida social disminuyó mi conducta de llamar, buscar, pensar, intentar hacer algo para volver con ella, etc. Me abrieron los ojos en definitiva.
Tras todo esto, mi vida cambió radicalmente como podemos deducir, y también mi manera de concebir la realidad y de actuar: antes era más negativo pero me volví positivo, y el “podemos” me lo robó la selección española y el canal cuatro, pues esa frase me la inventé yo. Y aquí estoy, tras no darme la nota para acceder a educación física, en pedagogía, y no me arrepiento nada, pues estoy en el periodo más feliz de mi vida hasta el momento, he sacado en el primer cuatrimestre notas que nunca imaginaría (he logrado mi primera matrícula de honor, conseguida en bases filosóficas), lo hago todo con optimismo y con ganas y placer de hacer lo que me gusta (aunque un poco quemado por el esfuerzo empleado en el primer cuatrimestre). He retomado también la lectura y la escritura que dejé aparcada durante el verano, y me siento más incluido en un grupo que nunca, me siento como si cada vez que fuera a clase, fuese una familia. Además sigo en los cursillos de monitor haciendo proyectos, gymkhanas, talleres; en el voluntariado universitario en el colegio “Adriano del Valle”; haciendo deporte por mi cuenta; etc.

Bueno, pues tras todo esto concluyo este comentario sobre los objetos, pues si tuviera que pensar en más objetos y sus respectivas referencias tal vez gastaría las letras del teclado literalmente. Me siento mejor participando en la vida social que en mi casa siendo amigo de la radio lógicamente, pues como diría Unamuno “el hombre no tiene raíces, tiene patas” (no sé si lo dice así exactamente). Tan sólo diré que seguiré luchando para alcanzar mis propósitos y haciendo lo que me gusta: ayudar a los demás y escribir para transmitir mis locuras…